Los controladores, conocidos como drivers, son las pequeñas aplicaciones gracias a las cuales el sistema operativo puede comunicarse y hacer uso del hardware sin problemas. Debido a que los piratas informáticos han estado distribuyendo malware como falsos controladores para Windows, Microsoft se vio obligada a implementar una nueva medida de seguridad en su sistema operativo, los controladores firmados, que acaba con esta práctica e hiciera de Windows un sistema más seguro y robusto.
La firma de controladores de Windows es una medida de seguridad adicional del sistema operativo mediante la cual, cuando vamos a instalar un controlador, o driver, en nuestro sistema operativo, se comprueba la firma del mismo y, si no tiene, o se detecta que la firma no es correcta, se bloquea la instalación.
De esta manera, comprobando la firma del controlador, Windows es capaz de advertirnos sobre si el sistema no es capaz de verificar la identidad del autor del driver (porque, posiblemente, lo ha liberado un tercero sin autorización) o si el driver ha podido ser modificado por un tercero, introduciéndole código corrupto e incluso malware. Además, el malware que se distribuye como controladores es el más complejo y difícil de eliminar, ya que tiene acceso directo al kernel de Windows, impidiendo así su eliminación y ocultándose de cualquier tipo de análisis.
Este modo de seguridad lleva presente en Windows desde XP, aunque no ha sido hasta la llegada de Windows 8 y Windows 10 cuando se ha vuelto mucho más agresivo y complicado de evadir debido a los sistemas Secure Boot.
Dada la advertencia, queda a discreción de cada usuario instalar o no este software.